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FORMACIÓN TRINITARIA



 


La vitalidad de nuestra Orden trinitaria y su continua renovación, en fidelidad al espíritu de la Regla de San Juan de Mata, depende sobre todo de la formación de sus miembros. La nueva evangelización exige una nueva formación. La vida religiosa trinitaria reúne discípulos de Cristo Redentor a los que se debe ayudar a acoger este don divino que la Iglesia ha recibido de su Señor y que con su gracia conserva siempre. Por eso, las mejores formas de adaptación sólo darán su fruto si están animadas por una profunda renovación espiritual. Todos los elementos de la vida religiosa deben estar ordenados a la construcción del "hombre interior".


La formación de los candidatos, que tiene por fin iniciarles en la vida religiosa trinitaria y hacerles tomar conciencia de su identidad en la iglesia, tenderá sobre todo, mediante la armoniosa fusión de sus elementos humano, espiritual, apostólico, doctrinal y práctico, a ayudar a nuestros religiosos a realizar su unidad de vida en Cristo por el Espíritu.


La formación requiere continuidad entre las diversas etapas, ha de ser gradual, integral, perzonalizada, armónica, adaptable al proceso de madurez de las personas y con profunda identidad trinitaria.

Los hermanos en tiempo de formación necesitan sobre todo comunidades donde se respire frescura evangelica, se viva con gozo, sencillez y radicalidad al seguimiento,  se participe y viva en fidelidad dinámica el espíritu de San Juan de Mata, sean abiertas a la interpretación que Dios Trinidad hace desde la historia.



ETAPAS DE FORMACIÓN



















 



ASPIRANTADO


Una forma tradicional de la formación religiosa es la etapa de aspirantado. En está etapa se trata de cultivar los gérmenes de vocación presentes en adolescentes, jóvenes y adultos.


Se oriente a los candidatos hacia un desarrollo de los compromisos bautismales y de la confirmación, sobre todo a través de encuentros de oración, catequesis bíblica y preparación a los sacramentos. se cuide la formación intelectual, la apertura al diálogo, la convivencia, el descubrimiento de sus propios valores, el conocimiento de nuestra Orden y de la familia trinitaria, la visión de la Iglesia local y universal y del mundo actual. Y ayudados por el adecuado acompañamiento de los educadores puedan ir discerniendo los signos de vocación y madurando humana y cristianamente.

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PROGRAMA FORMATIVO



 

Dimensión humana:


El género de vida del aspirantado, para que sea fructuoso en cada uno de los aspirantes, debe ir de acuerdo con su edad, considerando sus características y desarrollo personales, adaptándose respetuosamente a sus exigencias y capacidad.

























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Vida espiritual


Reviste un carácter particular en esta etapa la formación espiritual. Un modo de favorecerla e incrementarla serí la gradual, activa y gozosa iniciación a la oración, a la palabra de Dios, a los sacramentos, y al acompañamiento espiritual.  Tambien una sólida piedad mariana y la devoción a los santos.

Vida de grupo


Para favorecer la madurez humana y las demás finalidades del aspirantado, es importante crear un ambiente familiar en el que se respire una atmósfera de amistad, confianza, entunsiasmo, respeto, diálogo, acogida y colaboración.



Dimensión cultural e intelectual


El programa de estudio, en lo posible, debe ser el propio de los entes públicos de la nación, de modo que los alumnos puedan proseguirlos sin dificultad en la eventualidad que se orienten hacia otro tipo de vida. Y Que puedan aprender técnicas de estudio, empleo de bibliotecas y otros.



Testimonio cristiano.


Es oportuno que los adolescentes y jóvenes de nuestros aspirantados vayan descubriendo su propia dimensión cristiana y apostólica, sobre todo entre sus coetáneos, iniciandose en ciertas prácticas de catequesis y en colaboraciones de servicio misericordioso-redentor.



Aspectos trinitarios.


Desde un principio lo trinitario debe estar claramente presente en nuestros aspirantados, para dar oportunidad a nuestros candidatos de percibir gradual y progresivamente la realidad de la identidad trinitaria, y puedan ir asumiendo, según su edad y capacidad, lo que nos es propio. por ello se les informe sobre nuestra espiritualidad, historia y misión, y se favorezcan los signos externos.





POSTULANTADO





















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El postulantado es el tiempo de preparación al noviciado. En esta etapa deben tomar consistencia, según la propia capacidad, los elementos esenciales que dan a la vida un sentido unitario y una línea de conducta seriamente cristiana.



Dimensión humana:


El postulante necesita ayuda para desarrollar sus cualidades y actitudes humanas, y para caminar hacia un verdadero equilibrio humano y afectivo. Es necesario educar a los postulantes en el sacrificio y en el trabajo como valores de la persona en perspectiva trinitaria.


El desarrollo de la visión de sí mismo, un sano optimismo en el modo de valorarse y aceptarse, su reacción a las tendencias actuales de nuestro mundo, las relaciones con los otros, y su capacidad de crecimiento, de cambio, y de aceptación son signos precisos de las cualidades humanas del candidato.

Vida espiritual:


Dentro de la experiencia de fe que se requiere en esta etapa, la oración es un elemento esencial para discernir la propia vocación. Se debe edificar la vida espiritual sobre el fundamento de la oración personal y comunitaria, sobre los sacramentos de la iniciación cristiana y la palabra de Dios como vivencia. El acompañamiento es una exigencia para el buen discernimiento vocacional.



Experiencia de vida comunitaria:


La vida comunitaria es un elemento esencial del estilo de vida religioso trinitario. Esta etapa de la formación introduce al postulante en una experiencia de vida comunitaria. Estando juntas personas de diferentes temperamentos, experiencias pasadas y personalidad, los candidatos traten de crear una atmósfera de respeto mutuo, de responsable comunicación y diálogo que caracterizan la unidad de la fraternidad trinitaria. De este modo el candidato se hallará en un lugar donde se respira el encuentro con Cristo.




Servicio y testimonio apostólico.


El postulante se inicia a la formación apostólica y se sensibiliza para ayudar a los demás, sobre todo através de la participación en los proyectos de servicio programados. Así se introduce gradualmente en las exigencias propias de la vida religiosa trinitaria y aprende a vivir, para gloria de la Trinidad, al servicio de la Iglesia y de los hombres.

Dimensión intelectual.


El objetivo de la dimensión cultural y académica del programa del postulante es conseguir una apertura de mente y de espíritu, y la adquisición de una perspectiva religiosa sobre el mundo y la humanidad, al mismo tiempo que llevar con responsabilidad los estudios y los programas del curso académico.

Vida trinitaria.


El programa del postulantado tiene en cuenta que los candidatos necesitan tiempo y medios para introducirse de forma progresiva en nuestro carisma y misión en el espíritu de San Juan de Mata. El postulante reciba también información sobre la famila trinitaria.
El acercamiento a los santos de la Orden, como fuente directa y testigos del seguimiento de Cristo, ayuda al auténtico discernimiento vocacional.
La iniciación a lo que es el noviciado trinitario corresponde también a este momento de formación.


 

​NOVICIADO

El noviciado, con el que comienza la vida en la Orden trinitaria, tiene como finalidad que los novicios conozcan más plenamente la vocación divina, particularmente la propia de nuestra Orden, que experimenten el modo de vida de ésta, que conformen la mente y el corazón con su espíritu y que puedan ser comprobadas su intencionalidad y su idoneidad.


Los criterios que nos indican que el novicio es apto para la vida trinitaria son: salud suficiente, idónea cualificación intelectual, adecuado desarrollo de la capacidad para las relaciones humanas, una afectividad rica y equilibrada, una viva experiencia cristiana y suficiente asimilación del espíritu religioso trinitario, teniendo en cuenta su desarrollo personal.



El noviciado comporta la iniciación al estudio y a la meditación de la Sagrada Escritura, la formación doctrinal y espiritual indispensable al desarrollo de una vida sobrenatural de unión con Dios y a la comprensión de la vida religiosa; y una iniciación a la vida litúrgica y a la espiritualidad, historia y misión de nuestra Orden.


Formación humana.


El estilo de vida típicamente trinitaria exige a nivel humano cualidades específicas. El novicio debe presentar una serie de actitudes y la madurez necesaria que le capaciten para emprender el camino a recorrer.


Las cualidades humanas son un don de Dios y se deben desarrollar. Las ciencias humanas insisten hoy en que la persona debe crecer en la integración de todos los niveles de su personalidad, en el conocimiento de la propia identidad y en el sentido de pertenencia al grupo humano, al cual pertenece de modo original, personal y creativo.
Ser testigo de Cristo Redentor exige ascesis, abnegación y esfuerzo, lo cual es también de por sí una exigencia antropológica.

 


Vida espiritual.




La Eucaristía es el centro de todo el culto litúrgico y de la vida de la comunidad. Nuestra Orden nació enla Eucaristía.
La iniciación integral que caracteriza al noviciado va mucho más allá de una simple enseñanza. Es iniciación en el conocimiento profundo de Cristo, glorificador del Padre y redentor del hombre. Esto supone un estudio meditado de la Escritura, la celebración de la liturgia según el espirítu y carácter de nuestra Orden, una iniciación en la oración personal, así como un acercamiento a los grandes autores de la tradición espiritual de la Iglesia y de la Orden. 

Perfecta glorificación de la Trinidad y actuación de nuestra redención.

Todo el ser del hombre es introducido con un nuevo título en una nueva unión de amistad con Dios que abraza toda su vida y actividad. Subraya la dimensión eclesial pública, el lazo de unión definitivo con la Orden, nueva situación eclesial definitiva. Como la profesión solemne viene a ser la meta de esta etapa de formación, es lógico que todo el período de los votos temporales se considere como tiempo de preparación al compromiso definitivo.

La comunidad trinitaria.



En comunidad tenemos la posibilidad de tracendernos con el objetivo de hacer realidad el don del amor. La vida comunitaria tiene su raíz más profunda en la intima comunión con Dios Trinidad, y es en esta comunión donde se fragua primordialmente el crecimiento del novicio trinitario.

La dimensión comunitaria es parte esencial de la formación, pues la comunidad es el lugar privilegiado en el que la persona puede llegar a la plenitud vocacional. La vida comunitaria trata de fomentar la oración, la comunión, el estudio, el apostolado, y es el lugar natural del espirítu de diálogo y de iniciativa.

el noviciado dara al novicio la oportunidad de fomentar la identificación con su comunidad. Asimismo, le dará la oportunidad de crecer en su identificación con la Iglesia universal como pueblo que peregrina diariamente hacia la plenitud del Reino.





Formación cultural e intelectual.





Durante el novicado se proponga a los novicios un amplio programa de estudios, para enriquecer su conocimiento cultural e intelectual sobre nuestra vida trinitaria y sobre la Iglesia. En el programa de formación se tenga también en cuenta que el novicio llegue a ser capaz de afrontar con equilibrio las ambigüedades, contradicciones y esperanzas del mundo actual.

Los elementos más importantes de esta dimensión intelectual son: además del estudio y de la meditación de la Sagrada Escritura, introducción a la liturgia, a la doctrina sobre la vida religiosa, a la eclesiología, a los signos de los tiempos, y un buen conocimiento del propio carisma y de sus exigencias actuales.

Experiencia de vida apostóstolica

De la experiencia de Dios-Amor surge la necesidad de servir a los demás, servir al perseguido, al oprimido y al pobre a gloria de la Trinidad, es un elemeno esencial de nuestra presencia en la Iglesia de hoy. En esta luz se oriente al novicio hacia algunas actividades apostólicas, para que puedan experimentar nuestro carisma misericordioso-redentor.

Los novicios hacen también experiencia de nuestra misión trinitaria sosteniendo con sus oraciones y otros medios a quienes como trinitarios están plenamente dedicados al apostolado, sobre todo a los hermanos dedicados a trabajos preferenciales y a los misioneros.
 


Vida trinitaria.





El señor nos ha llamado a la Orden trinitaria. Nuestra experiencia y seguimiento de Cristo debe caracterizarse por un estilo peculiar que el novicio está llamado a asimilar hasta identificarse con él. El novicio ha de ser iniciado gradualmente a ser redentor. Nuestra vida, enraizada en el Evangelio y desarrollada según el espirítu de San Juan de Mata, es un camino señalado por la Regla trinitaria e interpretado por la actual legislación, sin olvidar las sanas tradiciones.

A través de la oración, el diálogo y otros medios, el novicio tenga la opurtunidad de reflexionar y vivir  el carisma trinitario.



PROFESIÓN TEMPORAL





Después del noviciado comienza una etapa larga y delicada de la formación trinitaria, el período de la profesión temporal, que tiene como fin, sobre todo, completar el proceso de maduración en vista de la profesión solemne, aunque está claro que la formación sigue durante toda la vida.
Durante este período de profesión temporal se fomente el sentido de la propia donación, de la consagración plena y definitiva a la trinidad y a la redención. Esto requiere una profunda reflexión sobre nuestra vocación, continuando el programa de cultura trinitaria ya iniciado el noviciado; la práctica de los votos de castidad, pobreza y obediencia con las características propias de nuestro carisma; una auténtica vida sacramental y de oración y, también, espíritu de trabajo y renuncia en los deberes diarios y en la ascesis del compromiso intelectual.
La consagración trinitaria, a través de la profesión religiosa, lleva consigo el compromiso con los votos temporales, el cual comporta el vivir los valores de la vocación trinitaria y la práctica de las constituciones, profundizando su comprensión y percibiendo sus implicaciones en la vida de cada día.



 

Dimensión humana:



 

El crecimiento humano y el desarrollo en la vida religiosa es, sobre todo, responsabilidad de cada hermano. Las otras personas, las actividades y programas, influyen en la vida del religioso, pero es la propia responsabilidad la que lleva a la persona a asumir una u otra orientación para su vida, a partir de sus propias motivaciones para dar su "sí" a Dios.
En cuanto a la formación humana de nuestros religiosos, en esta etapa de la formación se pretende que adquieran una personalidad sana e integrada en la interacción crítica y creativa con los demás y con el mundo, para poder vivir, en la respuesta vocacional, las exigencias de consagración, comunión y misión propias de nuestro carisma trinitario.



Vida espiritual.





La formación espiritual pretende lograr que los religiosos lleguen a ser verdaderos adoradores del Padre en espíritu y en verdad, puedan progresar en la consagración religioso-trinitaria y convertirse en testigos del Dios vivo.
La relación del hermano con Dios Trinidad, en cuanto a la dimensión espiritual, se expresa principalmente en la escucha de su palabra, en la celebración de la liturgia, sobre todo en la viva participación en los sacramentos de la Eucaristía y reconciliación, en la recitación del Oficio Divino, en la oración; através de un amor filial a la Madre del Redentor y de la veneración e imitación de nuestros santos.
La formación debe llevar a convertir la oración en actitud de vida. Dar nuestra respuesta a la llamada vocacional de encuentro con Dios Trinidad en la oración personal, en la vida, en los acontecimientos, es todo un reto y un camino por el que aprendemos a escuchar y a hacer nuestro el grito de los pobres y cautivos.



 

Vida comunitaria.





La comunidad es el lugar privilegiado en el que la persona puede llegar a su madurez vocacional. Es necesaria la vida fraterna evangélica, pues la fe se profundiza en la comunidad y se vuelve comunión, y la caridad encuentra sus múltiples manifestaciones en lo concreto de la vida cotidiana.
Esta comunidad se fortalece con el trato sincero y franco entre los hermanos, que se manifiesta en el diálogo interpersonal y comunitario, en la aceptación recíproca, en la participación de los bienes temporales y espirituales y en el mutuo servicio de la caridad.



Experiencia de vida religiosa.





El progreso en el camino de la consagración religioso-trinitaria llava a la vivencia profunda y gozosa de su sentido y misión en el mundo.
Nuestra profesión religiosa expresa más plenamente la consagración del bautismo, une más íntimamente al profeso al sacrificio eucarístico de Cristo para alabanza de la Trinidad; favorece el auténtico progreso de la persona humana y de la sociedad.

 

 

Trabajo cultural e intelectual.





La profesión de los consejos evangélicos por su propia naturaleza favorece el verdadero desarrollo de la persona humana. Existe, pues, una afinidad entre la vida religiosa y la cultura.
Es necesario promover el nivel de la cultura general de los religiosos sin olvidar que la cultura no se limita a la dimensión intelectual de la persona. Los religiosos trinitarios deben llegar a inculturizar su propia fe en su cultura de origen.
Es necesario lograr una preparación bien fundamentada para poder servir en la Iglesia al hombre de hoy, para ser capaces de entrar en diálogo con la pluralidad de las ciencias y con las exigencias de los destinarios de nuestro carisma.



 

Dimensión apostólica.





La madurez del religioso requiere, en esta etapa, un compromiso apostólico y una participación progresiva en experiencias eclesiales y sociales, en la línea de nuestro carisma y teniendo en cuenta las aptitudes del religioso y sus aspiraciones personales.
El servicio al prójimo, si está animado por una caridad auténticamente teologal, cobra valor de servicio a Dios. Y se puede afirmar con razón que el apostolado de todos los religiosos consiste, en primer lugar, en el testimonio de su vida consagrada.
Los religiosos trinitarios estan llamados a madurar en coherencia con su consagración, y a vivir de forma profunda y gozosa su sentido y la misión en el mundo, en favor de la liberación integral de quienes son perseguidos por su fe, de quienes sufren opresión y de los marginados y pobres.





RENOVACIÓN DE LA PROFESIÓN TEMPORAL





Una vez al año, los religiosos de votos temporales sean presentados al capítulo conventual, para que la comunidad pueda discernir sobre la idoneidad del religioso trinitario. El discernimiento y el jucio crítico hecho por el capítulo conventual sea un instrumento y un medio que favorezca el crecimiento y desarrollo del hermano en su respuesta vocacional, en fidelidad a nuestro carisma propio.





LA PROFESIÓN SOLEMNE





La profesión solemne es una opción y consagración plena y definitiva, compromiso radical que cualifica todas las dimensiones de la vida del religioso. Quien profesa solemnemente hace públicamente en la Iglesia oblación total de sí a Dios Trinidad en nuestra Orden. La profesión solemne supone una preparación prolongada y un aprendizaje perseverante.

 

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