La orden Trinitaria nación en la edad media. Recibió su aprobación de manos de Inocencio III, a petición de San Juan de Mata, el 17 de Diciembre de 1198. Surgió con una finalidad concreta: redimir a los cristianos cautivos que gemían en las mazmorras mahometanas con peligro de perder la fe.

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El trinitario, con su hábito tricolor, consagrado a la Santísima Trinidad, difundió esta obra caritativo-social por toda Europa, y la orden fué bien vista por Papas y reyes, que la favorecieron con dinero, bulas y privilegios.

Con el correr de los años y casi cuatro siglos de existencia, cuando llegó el concilio de Trento, también los trinitarios se prepararon y llevaron a cabo la reforma que pedían los Papas y que en España favorecía Felipe II. La reforma Trinitaria la realizó San Juan Bautista de la Concepción. Valdepeñas fue la cuna de la reforma. Esta luego se extendió fuera de España hasta llegar a tener  seis provincias.



Durante varios siglos las dos ramas, calzada y descalza, unas veces separadas y otras conjuntamente, realizaron numerosas redenciones, siendo la última en 1785, donde rescataron, junto con los Mercedarios, 315 cautivos.



La Ordeb Trinitaria fue suprimida en los diversos países y quedó reducida prácticamente al convento de Via Condotti para los calzados y al de san Carlino para los descalzos, ambos en Roma. La rama calzada se extinguió con la muerte del último General, Antonio Marín Bienes, en 1894, pero los trinitarios Descalzos, primero en Italia y luego en España, volvieron a florecer, y son ellos los que con la única denominación de trinitarios continuan el carisma redentivo de su fundador San Juan de Mata.

Trabajan en Europa y en America del Note, en las misiones de Madagascar y en América del Sur. En todas las partes donde siga habiendo esclavos, y donde haya una voz que esté gritando: livertad, liberación.